miércoles, 19 de marzo de 2014

Armonización con Cuencos Tibetanos y Cuencos de Cuarzo

Todo es energía y toda energía tiene una onda vibratoria, ya sea luz, sonido, ondas electromagnéticas, o cromáticas; congelada o cristalizada, la energía vibra; lo único que cambia es la forma en la que se manifiesta debido al tipo de onda vibratoria. 

Las culturas orientales consideran que la enfermedad tiene sus raíces en un desequilibrio energético.
El Universo es pura vibración. Nosotros estamos vibrando constantemente. Cada molécula, célula, tejido, órgano, glándula, hueso y fluido de nuestros cuerpos tiene su propio índice (coeficiente) de vibración.  Vibraciones que producen un sonido rítmico debido a su movimiento. Ellos vibran a una determinada frecuencia, y en su conjunto, vibran en armonía con todo el cuerpo. 
Lo mismo ocurre con cada chakra y cada estrato de campo electromagnético. Estos centros de energía son de igual importancia para el cuerpo físico, aunque menos densos. En cierto sentido reflejan el estado del cuerpo físico aunque, lo que es más importante, el cuerpo físico refleja el estado del aura. 
La ciencia de la cimática prueba más allá de toda duda, que cualquier sonido cercano al organismo humano originará un cambio físico en el interior del organismo y sus campos electromagnéticos. Este cambio puede que solamente sea temporal, pero mientras perdura es posible que provoque ciertos factores muy poderosos.
Una vibración es una onda en un segundo y la cantidad de vibraciones en un segundo es la frecuencia. Una frecuencia es una estado de vibración. Toda vibración es una pulsación de onda, que tiende a repetirse en círculos, por ejemplo el día y la noche, que comúnmente llamamos día, es un ciclo y también es una frecuencia. Los ciclos naturales son pulsaciones de ondas rítmicas que se manifiestan con una frecuencia regular, como son las estaciones del año, por ejemplo, las fases lunares, las pulsaciones del corazón… y si continuamos nos damos cuenta de que nuestras vidas son una frecuencia en constante dinámica cíclica.
Cuando la frecuencia es distorsionada, la armonía se rompe y es donde aparece la enfermedad.
Toda terapia basada en el sonido, se basa en el principio de resonancia, por el cual una vibracion más intensa y armónica contagia a otra más débil, disonante o no saludable. El principio de resonancia implica la capacidad que tiene una vibración específica de provocar una vibración similar a ella en otro cuerpo. Es decir, es la capacidad que tiene una frecuencia de modificar a otra frecuencia. 
Al realizar una terapia con cuencos tibetanos la onda de sonido del cuenco afecta a la onda vibratoria distorcionada que causa la enfermedad, imprimiendole más velocidad y elevendola, creado así mas espacio entre las partículas de la materia. De esta forma el cuerpo humano vuelve a resonar en su frecuencia original. Los cuencos de cristal de cuarzo, como los tibetanos (7 metales) emiten un modelo de onda alfa similar a la que emite el cerebro en sus estados de quietud y Meditación, favoreciendo la producción de linfocitos T , los cuales aumentan nuestro sistema inmunológico.
Los sonidos emitidos por los cuencos tibetanos tienen un registro de 48 octavas, el oído humano solo escucha 7, a medida que la materia es más densa su frecuencia es más lenta. Aunque no podamos escuchar frecuencias que están fuera de nuestro campo auditivo, ni podamos producir sonidos o frecuencias que estén fuera de nuestra capacidad, mediante los sonidos armónicos de los cuencos podemos resonar con ellas.
Los cuencos tibetanos son instrumentos de sananción y ayudan a establecer una vibración saludable en todo nuestro organismo tanto a nivel físico, psíquico, mental, emocional y espiritual. Tambien son herramientas para facilitar los estados de Meditación y Relajación, por el efecto elevador de sus frecuencias.
Son un medio para equilibrar los chakras, limpiar el campo aurico (cuerpo astral) y cambiar la conciencia desde un estado alterado de ansiedad y estrés hacia un estado de paz, relajación y serenidad.
Inducen estados de sanación espontánea, elevando nuestra frecuencia vibratoria y nivel de Conciencia a estados superiores, acercandonos a nuestra Verdadera Identidad Universal.
Las terapias sónicas con cuencos tibetanos pueden generar mayor claridad mental, aumento de la creatividad, y mayor concentración.
Existe un espacio de paz en nuestro interior y los cuencos tibetanos nos ayudan a entrar en él, y a resonar en la misma frecuencia que el Verdadero Ser, que es lo que realmente somos. Así tomamos conciencia de nuestra perfección inherente, y las vibraciones del cuerpo comienzan a transfromarse retomando su auténtica frecuencia, y con ello, reestableciendo el equilibrio natural y la salud.
Desde que el físico alemán Hans Jenny, publicó sus descubrimientos basados en la investigación de los efectos de ondas de sonido sobre diferentes materias, y comprobando la variación de la organización de sus partículas que formaban diferentes figuras geométricas, la ciencia del sonido ha probado fehacientemente, que cualquier sonido cercano al organismo humano, originará un cambio físico en el interior del organismo y sus campos electromagnéticos.
Estos sonidos perfectamente afinados rodean el cuerpo de la persona a tratar, y su frecuencia vibratoria afecta a nivel celular eliminando patrones energéticos negativos encapsulados en el cuerpo y la mente. Actúa sobre las ondas cerebrales y todo el organismo entra en resonancia, produciendo una profunda relajación, reduciendo los ritmos cardiacos y respiratorios, haciendo que se produzcan endorfi
nas, que producen una sensación de bienestar.

LOS CUENCOS DE CUARZO
La moderna Biología comienza reconocer que muchas sustancias y tejidos del cuerpo humano, tienen las mismas propiedades que los cristales líquidos. El medico e investigador americano Ryerson asegura que, existen en el cuerpo físico y en los cuerpos sutiles varias estructuras cristalinas similares a cuarzo que amplifican el resultado positivo de las terapias víbracionales. Las sales celulares, los tejidos grasos, la linfa, los glóbulos rojos y blancos y la glándula pineal, son estructuras cristalinas que forman un sistema completo en el organismo, de manera que podríamos decir del ser humano que es un “cristal vivo”. Nuestro ADN se estructura en una doble espiral similar a la del cristal de cuarzo. Hay cuatro moléculas de sílice en cada una de nuestras muelas, y también está presente en la estructura cristalocoloidal liquida del cerebro. La sílice, que es cuarzo (óxido de silicio), abunda en los huesos, la sangre, el cabello, la piel, las uñas, los dientes.
La glándula pineal cuyas calcificaciones lo convierten en un auténtico cristal, es una de las más beneficiadas terapéuticamente hablando ya que aprovecha el canal que une entre el bulbo raquídeo y el cóccix favoreciendo prácticas tales como la Meditación. De hecho, se ha demostrado que esta glándula tiene un papel relevante como “reloj biológico” para distinguir el día y la noche, propiedad que le acercaría aún más al cristal de cuarzo que se emplea mucho en la industria relojera, sin olvidar que el corazón de nuestro querido ordenador (microprocesador) es un chip de puro cuarzo.
La acción curativa de los cuencos se debe a la resonancia entre su estructura de cristal y la propia red cristalina del organismo humano, aunque los cuencos, generan un patrón de onda sinusoidal que resuena con las partículas con las que entra en contacto, ya sea de cuerpo humano o cualquier otra materia.
El efecto curativo del sonido generado por los cuencos de cuarzo sobre el cuerpo, se produce al entrar en resonancia ambos sistemas cristalinos. El sonido producido influye profundamente a los hemisferios cerebrales. De hecho se pueden combinar determinados sonidos, llamados bineurales, para lograr su armonización, que repercute en la columna y se expande a las células, líquidos y órganos.
Jeffrey Thompson -director del Centro de Investigaciones Neuroacústicas en el Instituto de Ciencias Humanas de California-, afirma: “Dado que el sonido viaja cinco veces mejor por el agua que por el aire la estimulación en el cuerpo de la frecuencia sonora es una forma muy eficaz de estimulación corporal integral, sobre todo a nivel celular. El estímulo directo del tejido celular vivo, utilizando la vibración de la frecuencia de sonido, ha mostrado un marcado metabolismo celular y con ello la posible movilización de una respuesta celular de curación.
El sonido que transmiten los cuencos de cuarzo es tan puro que la mera acción de hacerlos sonar se transforma en un acto sagrado. Este sonido, “cuasi divino”, se expande a su alrededor y viaja por el espacio alcanzando los confines últimos de la Tierra al interferir con otras ondas de sonido que encuentra en su camino. De ese modo sana a las personas y sana el ambiente.
En todo caso, el terapeuta que emplea este instrumento tiene una gran responsabilidad y debe situarse en un estado de conciencia positivo asentado en el chacra corazón para que la energía emitida y amplificada sea lo más pura posible.
El científico norteamericano Marcel Vogel encontraría además que el electromagnetismo del pensamiento humano encaja con la matriz formada en la estructura molecular del cuarzo y eso permite su programación por el propio pensamiento (lo sorprendente es que ya en los puranas -antiguos textos vedas de la India- se decía que el cristal de cuarzo puede amplificar los pensamientos hasta 15.000 veces).
Los cuencos de cuarzo, pues, contienen un poder que va mucho más allá de la mera musicalidad y que requiere tanto de nuestra apertura consciente para ser percibido como de la correcta disposición e intención para ser utilizado. De hecho, producen una onda sinusoidal pura y crean un sonido multidireccional que se expande hasta un kilómetro de distancia y puede durar varios minutos antes de extinguirse. Y su sonido envuelve el cuerpo como una ola proporcionando una experiencia similar a un masaje enormemente sutil o a una profunda y serena meditación.

El sonido de los cuencos, entonces vemos, afecta de manera global al individuo. Primero equilibra su cuerpo energético y los chakras (centros de energía) y luego limpia el campo áurico. Además, la vibración repercute en la columna que actúa como vehículo de resonancia y se extiende a través del sistema nervioso a nuestras células, tejidos y órganos. Esa es la razón de que la vibración producida por los cuencos tenga la capacidad de disolver bloqueos en el cuerpo físico y sutil así como de que se utilice en casos de contracturas musculares, roturas y otros problemas óseos. La vibración de los cuencos resuena y armoniza la estructura cristalina presente también en nuestro esqueleto.

A nivel físico se utilizan en la curación de cualquier enfermedad; para recargar nuestro sistema energético, para aliviar el sufrimiento y el dolor emocional, para eliminar inflamaciones, contracturas musculares, problemas circulatorios, para estados de ansiedad, angustia, estrés, depresión, tristeza, insomnio, hiperactividad.

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